Chinwenguenchas!
Me avergüenzan aquellas cosas que me ponen incómodo.
Esa
foto desnudo de cuando eras chiquito y te cambiaban los pañales que tu
vieja ama mostrar. La tía que no te ve hace mil años, cuando te
encuentra piensa que sos chico y te agarra los cachetes como cuando
tenías 6 solo que ahora tenés 10 años más. La amiga que se ríe de manera
tal que todo el colectivo la mira. Ese tipo de cosas me dan vergüenza.
Pero
además de esto, muchas veces me avergonzó contar lo que había hecho el
finde, que estuve en la iglesia, o que no hice nada “malo”. Que no me
emborraché, drogué ni me acosté con un desconocid@. Entonces cuando
llegaba el lunes y todos contaban sus anécdotas yo no decía nada. Me
quedaba callado y rogaba que nadie me pregunte.
Un
día me animé a preguntarle a un compañero si realmente estaba orgulloso
de sus historias de fin de semana por cómo las contaba. A mí me
intrigaba su vida, no voy a mentirles, por momentos pensaba que era más
atractiva que la mía.
Me dijo “en realidad lo cuento así porque no tengo nada más que contar”. ¿En serio? Pregunté, ¿eso es todo? Sí, me dijo.
En esos mismos días leí No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios (Rom. 1:16).
Me
di cuenta que todavía no conocía el evangelio porque me daba vergüenza.
Empecé a buscar más de Dios, necesitaba ese poder que el chabón de la
biblia había escrito. No podía ser que la vida sin Dios me resultara más
atractiva que la vida con Dios. Algo andaba mal en mí. Me había
enfriado, o su fuego nunca me había alcanzado.
En
esa búsqueda lo conocí de verdad, mis fines de semana se transformaron
en oportunidades únicas para disfrutar su poder en la calle. Llegaba los
lunes y tenía alguna historia que contar, mucho más que “fui a la
iglesia”. Gente se había salvado, enfermos sanados, había pasado tiempo
genial entre amigos, había disfrutado de una buena salida. Ellos decían
¡no sabes lo que fue el finde no me acuerdo nada! Y yo decía, lo
recuerdo todo, y que genial es recordarlo!
Si te
estás avergonzando del evangelio, creo que todavía no conoces el
evangelio. Te animo a ser un chinwenguencha que se la juega por Jesús.
El que tenía las mejores historias de fin de semana, y de toda la
semana.
By Lucas Marin
Muy bueno.. gracias por compartirlo Lucas saludos desde San Pedro.. Cristo la rompe..
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