jueves, 3 de octubre de 2013

EL QUE SABE...SABE

EL QUE SABE…SABE

“Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios…” (Génesis 45:8)

Un momento, espera, detengámonos aquí un instante, ¿Es José quién les está diciendo a sus hermanos a la cara que no fueron ellos quienes lo enviaron a Egipto sino Dios?

En fin, creo que si yo hubiera presenciado la situación le habría estado gritando de atrás “pero José si fueron ellos!!! Fueron ellos!!!” 
Quien decía estás palabras en Génesis 45.8 era el encargado de la economía a nivel mundial, y a quienes se lo decía era a aquellos que lo habían vendido sólo por celos y envidia. Los hermanos de José eran los causantes de que él soportara toda clase de injusticias, incluso la prisión. Quienes venían ahora, rogando por alimento, eran los mismos que no habían tenido piedad de él.  
 José no aguantó más, se lo tenía que decir, tenía que revelar su verdadera identidad, tenía que decirles que era a su hermano a quien le rogaban por comida… Al fin, se larga a llorar a gritos y lo confiesa todo: “soy José! vive aún mi padre?” (Génesis 45:3).
Ellos se turban, no comprenden lo que pasa, él les dice “acérquense soy vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto” (Genesis 45:4)
 La situación se pone tensa, imagino la incertidumbre en el corazón de sus hermanos, el miedo… Se genera un diálogo con aire de discurso en el que José les dice “no se pongan tristes muchachos, ya está, no les pese haberme vendido acá”. Me asombra esta noble actitud de José pero es más allá donde quiero ir ahora…
  “No me enviasteis acá vosotros, sino Dios”… José está aceptando que está ahí por la voluntad de Dios, él está aceptando que fue Dios quién lo envió ahí, cualquiera de nosotros podría decir “claro, José es uno de los hombres más ricos de la tierra”. En esta ocasión, cualquiera aceptaría que es la voluntad de Dios, pero no… el aceptar que su realidad actual es la voluntad de Dios, es estar aceptando que todo lo que tuvo que pasar para llegar ahí fue su voluntad. Fue despreciado por sus hermanos, vendido, engañado, maltratado, prisionero,  todo por su completa y perfecta voluntad.
Enfatizo, cualquiera de nosotros habría supuesto que fue culpa de sus hermanos, pero no, él acepta que fue la voluntad de Dios y esto sucede sólo cuando sabemos que estamos parados en el centro de su voluntad. Al saber que estamos agradando a Dios podemos estar seguros que todo lo que suceda, TODO, será su voluntad. Aunque no lo entendamos en su momento, aunque cueste, si estamos parados en el centro de su voluntad tendremos la seguridad de que todo lo que suceda en nuestras vidas será su voluntad, tan sencillo como esto, porque Dios es Dios… y él sabe lo que hace.

Quizás hoy estas parado en la parte de prisión, o estas siendo menospreciado, fuiste engañado o simplemente es un momento de injusticia el que estás pasando ¿Estás parado en el centro de su voluntad? Tranquilo ya vendrá el tiempo del reinado, Dios es Dios, y él sabe lo que hace.


by: Lucas Marin

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