JESÚS NO SE PONE LA GORRA
¿No te parece que lo serio todo el tiempo es MUY aburrido?
Días atrás estaba en el tren, un poco cansada, venía con una mochila muy
pesada y dos valijas. El tren lleno y yo tratando de ubicarme mientras que nada
se me escape de la vista. En una estación tengo la oportunidad de sentarme y
tener mis valijas a la mano. Estaba a punto de ponerme los auriculares y una
voz aguda me dice: “¿Qué es eso?” mientras señalaba las valijas. Le explico que
llegaba de un viaje y entable una conversación con Mateo de 7 años. El volvía
del colegio y me mostraba lo que había aprendido hoy. Cuando la charla llegó a
su fin grita: “VEO, VEO” a lo que me reí y obviamente le dije “¿QUÉ VES?”. Toda
la gente de ese sector se copó y la esquina de ese tren estaba jugando al Veo
Veo. Posta que la escena era similar a esas películas con final feliz, jaja.
Mateo salvó mi día de ser común y corriente. Podría haber sido indiferente
poniéndome los auriculares y no haber hablado nunca con él, pero ese Veo Veo
llegó justo a tiempo.
No soy particularmente muy fana de los niños. Digamos que nuestra relación
se describe imaginando esta pequeña escena: ME VEN. LOS VEO. LES PREGUNTO COMO
SE LLAMAN. SE DAN LA VUELTA Y CORREN A OTROS BRAZOS. Es así, y bueno… uno tiene
que aceptar algunas cosas de la vida, jajaja. A pesar de mi falta de empatía
con los niños, cada semana estoy aprendiendo algo nuevo de ellos. Son
espontáneos, hacen preguntas curiosas (y muy buenas, de esas que no sabes qué
responder), creen y hacen todo lo que se les pida, no tienen vergüenza a hablar
con desconocidos, no se preocupan ni se complican tanto como nosotros, “los
grandes”. Admito que hay veces que me encantaría volver a mis 3 años y ser
feliz con una hamaca en la plaza.
Hay veces que me analizo (lo creo necesario) y trato de ser realista con
mi vida hoy. Sentimientos, pensamientos, estudios, vida social (familiar y
amigos), ministerios, Iglesia, mi relación con Dios… ¡en cada área tengo que
madurar tanto! Y en esa búsqueda de “madurez” creemos que tenemos que ser
serios, que nuestros sentimientos tienen que ser fríos, que no puedo estar más
en la pavada, que si me rio de algo tonto con mis amigos soy un inmaduro, y así
en un montón de cosas que se te viene replanteando tu vida.
Vamos creciendo y la vida, quieras o no, se va poniendo más seria porque
hay responsabilidades que cumplir. Hay metas que alcanzar, hay objetivos a los
cuales quiero y aspiro llegar por lo cual tengo que crecer en áreas de
disciplina para mi vida. Uno se va conociendo y sabe lo que le gusta y lo que
no le gusta… el tema se convierte cuando mi actitud se amolda a las situaciones
que estoy viviendo. Me pasa algo totalmente injusto (sea chico o grande) y me
enojo; me pasa algo súper emocionante y la felicidad me dura un tiempo hasta
que me acostumbre a tener aquello que tanto anhele.
En todo este entramado de pensamientos, sentimientos, emocional y
decisiones que está en nuestra cabeza, me pregunto cómo habrá sido Jesús.
¿Jesús se enojaba? ¿Jesús era serio? ¿Jesús habrá sido “maduro”? ¿Se
habrá reído? ¿Les contaba chistes a sus amigos? ¿Qué le daba risa a Jesús? En
búsqueda de respuestas para estas preguntas llegaron estas palabras que han
sido de mucha ayuda en este tiempo:
“Amas la justicia y odias la maldad. Por eso tu Dios te ha ungido
derramando el aceite de alegría sobre ti más que sobre cualquier otro.” HEBREOS
1:9
En este versículo el autor está haciendo una comparación entre los
ángeles y Jesús. La última parte capto mi atención. Jesús es ALEGRÍA. Estoy
segura que cuando Dios mando a Jesús a la tierra pensó que el sería la
definición perfecta de alegría, de gozo, de sentido, de la risa.
No me imagino a Jesús riéndose y que le quiebre la cara, ¡NO! Él era muy
alegre, habrá tenido muy buen sentido del humor. Jesús no era aburrido… Él
jugaba con niños y se divertía. Y ustedes saben… los niños buscan a alguien con
buena onda… si no ni te hablan.
¿A qué es lo que voy con esto? No, no estoy diciendo que seamos
inmaduros, que nos crezcamos y que no tomemos responsabilidades total Jesús era
alegre… no. Lo que estoy tratando de decir es que a pesar de nuestro contexto,
de cómo estamos hoy, de las cosas que un “grande” sigue sin entender, de las
obligaciones que tengamos PODEMOS TENER UNA SONRISA EN UNA CARA Y GOZO EN
NUESTRO CORAZÓN.
¿Conoces a alguien que tiene a Jesús en su corazón pero su rostro no lo
demuestra? ¿Qué se enoja por todo? ¿Qué vive quejándose de todo lo que un
grande tiene que hacer? YO SOY LA PRIMERA que encabeza mi lista. Tengo tanto
que aprender de aquel hombre llamado Jesús que se enojaba por la religión y no
se quejaba de lo que Dios le pedía, que disfrutaba de la compañía de niños y de
adultos y era sincero con lo que estaba sintiendo. Si quería confrontar lo
hacía, si quería llorar no se ocultaba para hacerlo, si necesitaba enseñar a
sus discípulos lo hacía directamente y no daba muchas vueltas.
¡DIOS ESTÁ CONTENTO! ¿Y vos?
Te dejo un versículo para animarte en este día, y que juntos podamos
crecer en ser alegres en el medio de nuestra rutina, de las responsabilidades
que tengamos, y aún en las situaciones no muy lindas. Jesús no se ponía la gorra,
¡Él sabía alegrarse y estoy segura que quiere hacer de tu día uno DIVERTIDO!
“Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito, ¡alégrense!”
FILIPENSES 4:4
Está muy bueno! Dios te bendiga banda
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